viernes, 13 de marzo de 2015

La glucosa es una forma simple de azúcar que cumple una importante función en nuestro organismo, ya que es la responsable de brindar energía a las células de nuestro cuerpo. A nivel químico, la glucosa cuenta con seis átomos de carbono, doce átomos de hidrógeno y seis átomos de oxígeno.
Para que la función primordial de la glucosa se lleve a cabo, el organismo necesita obtenerla de los diferentes tipos de carbohidratos que consumimos a diario. Para ello, es fundamental el rol que desempeñan el hígado y los riñones para sintetizar la glucosa a partir de los carbohidratos.
Claro que para que esta forma de energía liberada en el torrente sanguíneo tenga acción directa sobre las células de todo el cuerpo es necesario la presencia de insulina, una hormona que es liberada por el páncreas, cuando sube el nivel de glucosa en la sangre, es decir, luego de la ingesta de los alimento.
La glucosa que no es utilizada por el organismo es transformada en glucógeno por el hígado y los músculos, donde también es reservado, todo ello mediante un proceso llamado glucogénesis. Cuando no se puede almacenar más glucógeno, este se transforma en grasa corporal.
Por ello, si consumimos muchos hidratos de carbono y azúcares con frecuencia, la cantidad de glucosa en sangre será mucho mayor de lo recomendado, provocando primero un aumento de peso por acumulación de grasa, y a la larga problemas más serios, como la diabetes.

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